El periodismo radiofónico argentino en tiempos de pandemia

Durante la vigencia del aislamiento obligatorio dispuesto por el gobierno nacional a raíz de la pandemia del COVID19, los consumos culturales se vieron impactados por nuevas modalidades, y las radios recuperaron su rol identitario e irremplazable ampliamente demostrado en otras situaciones de emergencia.

Los periodistas radiofónicos resignificamos nuestra tarea en múltiples aspectos a partir de la declaración de la pandemia y las rutinas de producción, postproducción y puesta en el aire cambiaron notoriamente, permeadas por el particular contexto.


El papel fundamental que tuvo la radio en catástrofes naturales como los últimos huracanes que azotaron Cuba, Puerto Rico y otras islas del Caribe, el terremoto de México o el tsunami de Chile son la prueba evidente y reiterada una vez más de que en momentos de incertidumbre absoluta, cuando los servicios más esenciales fallan por falta de suministro eléctrico, la radio es el único medio que ofrece foco y contexto, acompaña, consuela, ayuda, tranquiliza, divierte y alivia.

El domingo 16 de junio de 2019, un apagón masivo a nivel nacional dejó a celulares, tablets y las casi en desuso PC de escritorio fuera de toda utilidad, y fueron los clásicos aparatos de radio y sus transmisiones analógicas las que permitieron llevar información y certezas a la población desconcertada acerca de qué estaba sucediendo.

La radio mantiene intacta su confiabilidad y sigue siendo el medio mayoritariamente por las audiencias a la hora de informarse.

Según Agustín Espada[1] “En cuanto a los consumos sonoros-radiofónicos en las visitas diarias a los sitios web de las radios encontramos aumentos como los de El Destape (95%), Futurock (93%), Radio Con Vos (66%), Metro (53%) y Cadena 3 (40%). Algunas otras radios cayeron en visitas, como Aspen (-14%), Los 40 (-15%) y Cien Radios, que incluye a Mitre y La 100 (18%), aunque eso no quiere decir que se escuchen menos”.

En tiempo de cuarentena y aislamiento, los hábitos cambiaron. La información recuperó la centralidad en los medios tradicionales mientras el entretenimiento tendió a centrarse en lo audiovisual y las redes sociales. Los portales crecieron y muchas radios experimentaron crecimiento en sus conexiones online. “La cuarentena mantuvo al público entretenido e informado”, asegura.

Las radios en general sostuvieron sus programaciones con el personal mínimo necesario desde las emisoras, mientras que conductores, columnistas, movileros, productores, editores de redes sociales, informativistas y locutores trabajaron desde sus casas. En algunos casos, sólo un operador y un productor por turno estuvieron en piso.

“Desde la cuarentena total y obligatoria, los programas se llenaron de ruidos domésticos. El sonido óptimo quedará como requerimiento para otra era. Lo que importa es informar y los periodistas y columnistas lo hacen desde sus casas, con ladridos de perros de fondo, llantos de hijos, ruidos de aspiradoras. Las emisoras toman la fiebre de sus empleados en los umbrales. Los micrófonos se bañan de alcohol en gel. Las consolas se desinfectan y los papeles manuscritos se evitan”, afirma la periodista Marina Zucci[2]. 

Golpeadas por la recesión económica y las políticas neoliberales seguidas por el macrismo a partir de 2015, las radios vienen atravesando una situación crítica desde mucho antes que se declarara la pandemia. Con los planteles reducidos desde hace varios años y cientos de trabajadores reclamando salarios atrasados e indemnizaciones adeudadas, la radiofonía argentina ha visto desaparecer emisoras tradicionales y las que han logrado sobrevivir lo han hecho modificando sus propuestas comunicacionales y adaptándose a las características de un mercado dinámico y multimedial.

En ese contexto se trabaja hoy para las nuevas audiencias. Sin embargo, el grupo etario tradicional oyente de las frecuencias a AM constituye la población más más vulnerable al virus, y por tanto las programaciones volvieron a incorporarlos como destinatarios fundamentales de los contenidos que se producen a diario.

Durante el aislamiento estricto y sólo a modo de ejemplo, Matías Martin reforzó una sección estrenada hace años denominada "Llamá a tus abuelos", Aspen con sus clásicos serenos agregó propuestas de meditación musical, El Rotativo del aire -inmutable desde 1959- se volvió moderno y Mitre informa primero fue en muchas oportunidades banda sonora de los supermercados. Provincia en sus dos frecuencias y sin programación al aire ensayó música y noticias sólo interrumpida por las conferencias de prensa de funcionarios gubernamentales, y Nacional sumó a su grilla programas educativos para reforzar las aulas virtuales.

Cada radio hizo lo posible y en el marco del #QuedateEnCasa, la misión y el desafío renovado fue enorme.

La española Emma Rodero Antón[3] tras un relevamiento realizado sobre 560 oyentes de radio durante el confinamiento, concluye: “La radio es el medio considerado más creíble: en el que más se confía, y el más neutral e imparcial. Tiene de nuevo un papel protagonista entre aquellos que la siguen de manera fiel. Los oyentes encuestados escuchan ahora la radio durante más tiempo a lo largo del día, más programas y más variedad de emisoras, principalmente programas informativos y limpiando o cocinando. El lugar más habitual de escucha es el salón, seguido del dormitorio y la cocina y casi la mitad de ellos se exponen al medio en compañía de otras perdonas.”

Rodero asevera “La radio es el medio que mejor nota e imagen más positiva consigue del tratamiento que realiza de la pandemia del Covid-19. También se afianza como el medio más creíble. Es el medio que consideran más cercano, el que más les distrae y les hace sentir en compañía. Pero todas estas conclusiones positivas, no deben hacer bajar la guardia al medio. Como elementos de mejora los encuestados apuntan que debería ofrecer menos información del Covid-19, ser menos partidista, introducir menos publicidad, más entretenimiento, concursos y programas nocturnos interesantes, ser más profesional, menos fútbol y en general, programar una mayor variedad de contenidos”.

 

La credibilidad en juego. Periodismo y fake news.

En septiembre de 2020, desde su sitio web la Organización Mundial de la Salud[4] advirtió sobre la denominada “infodemia”, una práctica que consiste en difundir noticias falsas sobre la pandemia y que aumenta el pánico en las sociedades. Allí daba cuenta de la necesidad de promover comportamientos saludables y mitigar los daños ‎derivados de la información incorrecta y falsa.

A través de una declaración conjunta de la OMS, las Naciones Unidas, el UNICEF, el PNUD, la UNESCO, ONUSIDA, la UIT,  la iniciativa Pulso Mundial de las Naciones Unidas y la Federación Internacional Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, se señalaba que “La enfermedad por coronavirus (COVID-19) es la primera pandemia de la historia en la que se emplean a gran escala la tecnología y las redes sociales para ayudar a las personas a mantenerse seguras, informadas, productivas y conectadas. Al mismo tiempo, la tecnología de la que dependemos para mantenernos conectados e informados permite y amplifica una infodemia que sigue minando la respuesta mundial y comprometiendo las medidas para controlar la pandemia”. 

El organismo definía entonces la infodemia como “una sobreabundancia de información, en línea o en otros formatos con intentos deliberados por difundir información errónea para socavar la respuesta de la salud pública y promover otros intereses de determinados grupos o personas”.

“La información errónea y falsa puede perjudicar la salud física y mental de las personas, incrementar la estigmatización, amenazar los valiosos logros conseguidos en materia de salud y espolear el incumplimiento de las medidas de salud pública, lo que reduce su eficacia y pone en peligro la capacidad de los países de frenar la pandemia. La información incorrecta trunca vidas. Sin la confianza y la información correcta adecuadas, las pruebas diagnósticas se quedan sin utilizar, las campañas de inmunización (o de promoción de vacunas eficaces) no cumplirán sus metas y el virus seguirá medrando”.

Además, la información falsa polariza el debate público sobre los temas relacionados con la COVID-19; da alas al discurso de odio; potencia el riesgo de conflicto, violencia y violaciones de los derechos humanos; y amenaza las perspectivas a largo plazo de impulsar la democracia, los derechos humanos y la cohesión social.

En este contexto, el Secretario General de las Naciones Unidas puso en marcha en abril de 2020 la iniciativa de comunicación de las Naciones Unidas con el fin de combatir la difusión de información errónea y falsa. Asimismo, las Naciones Unidas han publicado una nota orientativa para abordar y combatir el discurso de odio relacionado con la COVID-19 (11 de mayo de 2020).

En la Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2020, los Estados Miembros de la OMS se reconoce que gestionar la infodemia es una parte crucial del control de la pandemia de COVID-19: se hace un llamamiento a los Estados Miembros para que proporcionen contenidos fiables sobre la COVID-19, adopten medidas para contrarrestar la información errónea y falsa, y aprovechen las tecnologías digitales en todos los aspectos de la respuesta.

Asimismo, hizo un llamamiento a las organizaciones internacionales para que “combatan la información errónea y falsa en la esfera digital, trabajen para prevenir que las actividades cibernéticas dañinas socaven la respuesta sanitaria y apoyen la facilitación de datos de base científica a la población”.

“El sistema de las Naciones Unidas y las organizaciones de la sociedad civil se sirven de su experiencia y conocimientos colectivos para responder a la infodemia. Al mismo tiempo, dado que la pandemia sigue generando incertidumbre y ansiedad, es urgente aplicar medidas más contundentes para gestionar la infodemia y establecer un enfoque coordinado entre los Estados, las organizaciones multilaterales, la sociedad civil y todos los otros agentes que tienen funciones y responsabilidades claras en la lucha contra la información errónea y falsa.

“Hacemos un llamamiento a los Estados Miembros para que elaboren y apliquen planes de acción con el fin de gestionar la infodemia promoviendo la difusión oportuna de información precisa basada en datos científicos y probatorios, dirigida a todas las comunidades, y en particular los grupos de alto riesgo; y previniendo y combatiendo la propagación de información errónea y falsa, siempre respetando la libertad de expresión.

Instamos a los Estados Miembros a colaborar con sus comunidades y escucharlas durante la elaboración de sus planes de acción nacionales, y a empoderarlas para que encuentren soluciones y se muestren firmes contra la información errónea y falsa.

También hacemos un llamamiento a todas las otras partes interesadas –en particular a los medios de comunicación y las plataformas de las redes sociales que difunden información errónea y falsa, a los investigadores y especialistas en tecnologías que pueden concebir y establecer estrategias y herramientas eficaces para responder a la infodemia, a los líderes de la sociedad civil y a las personalidades influyentes– a que colaboren con el sistema de las Naciones Unidas, con los Estados Miembros y entre sí, y a que sigan fortaleciendo sus acciones para difundir información precisa y prevenir la difusión de información errónea y falsa”.

“Cuando uno ve una noticia falsa, mucha gente piensa que lo que hay que hacer es viralizar la verdad. Pero la pregunta es si uno puede volver a poner la noticia en medio del bosque, para que no se escuche”, explicó.




En diciembre de 2020, el gobierno nacional publicó en su sitio web un dossier específico sobre cómo reconocer una noticia falsa en Internet.[5]

Allí define una “fake news”, como una información falsa publicada en forma de noticia para engañar a las personas. “La información falsa se crea para generar visitas en sitios web, desprestigiar, desinformar y manipular la opinión pública. Existen sitios que permiten crear noticias falsas y compartirlas por las redes sociales como si fueran reales. Se pueden agregar imágenes, un título y una descripción del sitio. Luego se elige una URL falsa que en muchos casos tiene un nombre similar al de un medio de comunicación conocido.

Allí se advierte que “las personas engañadas viralizan las noticias falsas a través de redes sociales, servicios de mensajería instantánea como WhatsApp o Telegram, medios de comunicación masiva y blogs. Las pueden escribir personas que tienen interés en dañar la reputación de personas o países; personas que buscan generar sensacionalismo o amarillismo; personas que escucharon o leyeron un rumor en Internet o las redes sociales; personas que generan contenidos y desinformación como forma de vida para ganar dinero; personas que administran sitios web que quieren ganar dinero con los clics (clicbaits); periodistas que toman como fuente noticias falsas”. Finalmente se dan una serie de consejos a la población y recomendaciones sobre cómo actuar.

Ernesto Calvo, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Maryland, EE.UU sostiene que las noticias falsas pueden causar un daño enorme, incluso si muchas personas no las creen. Esto se debe a que son capaces de guiar, manipular y controlar el discurso público, lo que él llama una agenda setting. “Si uno cree que la agenda setting es importante, y que no se cambia la opinión de las personas pero sí cambia el tema del cual hablan, la noticia falsa controla la agenda aunque la gente no la crea y aunque la corrijamos”.

Sin duda los periodistas tuvimos alto nivel de responsabilidad en la difusión de fake news y frente a la necesidad de informar constantemente en muchas oportunidades se vertieron opiniones con escaso conocimiento de un fenómeno sobre el que por momentos ni siquiera los expertos y científicos lograban ponerse de acuerdo y responder frente a la incertidumbre y el temor de la población.

Así, los medios masivos tuvieron la oportunidad de reasumir el compromiso social, informando correctamente a la sociedad sobre cuestiones necesarias para evitar el contagio, las características de la enfermedad y la gestión del Estado. En muchos casos, la crisis que atraviesan numerosos medios desde hace años se acentuó con este panorama. Algunos difundieron fake news por no verificar la información, tal vez producto de las rutinas precarias en las que muchas veces se trabaja; otros, con la clara intención de provocar daño a través de operaciones en favor de intereses políticos y empresariales.

Omar Rincón[6], se pregunta “¿Qué pasó con el virus y con la información? La pandemia la volvió a hacer importante porque volvimos a los medios. Crecieron todas las plataformas de información, la televisión creció un 47%,  los periódicos el 50%, y de pronto los medios tradicionales subieron en raiting y whatsaap creció un 150%.

“Cuando necesitamos información acudimos a los medios y por eso el periodismo es necesario, porque puede que no seamos los dueños de la información pero si somos los narradores del mundo presente, de la democracia, de la actualidad, de la historia. ¿Y cómo lo narramos? El periodismo narró la pandemia en vivo y en directo, sin un modelo informativo. Se acabó el fútbol, no se transmitía, y comenzamos a narrar la crisis como si fuera un partido de fútbol. Entonces locutores y presentadores de televisión pasaron a relatar las cifras de casos y fallecidos como si se tratara de una competencia. Venía un comentarista y cuestionaba las políticas y las decisiones de los gobiernos, trasladamos la lógica del relato deportivo al periodismo en general, y eso es lo que estamos haciendo, narrando el presente sin saber, como una ignorancia pública y eso afectó mucho porque contextualiza, ni explica, ni genera confianza.”

El escritor colombiano agrega que “además decidieron narrar esto como una guerra contra el virus. Esa metáfora de la guerra la tenemos muy presente en nuestros discursos. Narramos desde el poder, desde los dirigentes, los líderes y muy poco desde los ciudadanos. Buscamos enemigos, y la calle, la vida del otro se volvió el enemigo y eso ha constituido el relato mediático. Narramos con metáforas, en vivo y en directo. Estas metáforas constituyen un modelo del periodismo que trasciende fronteras. También hay que decir para defensa de los periodistas que padecimos de la carencia de fuentes. La información que dan los líderes políticos de turno fue muy precaria, poco clara y confusa. Los científicos no se ponen de acuerdo, cada uno da una visión particular, los intelectuales dicen barbaridades. Estamos muy mal de fuentes.

Rincón se pregunta ¿qué emociones nos provocó la información que nos llegaba a través de los medios? La primera es confusión. No tuvimos idea de qué hacer. Menos opinión y más qué hay que hacer. Se volvió al patriotismo. Amércia Latina hizo un papel penoso, porque en lugar de funcionar como región cada país funcionó por sí solo, y tuvimos las 2 peores emociones que los medios pueden generar. Odio y miedo. Odio y miedo al que piensa distinto”.

Según un relevamiento de la Defensoría del Público de la Nación[7] sobre un universo de 568 comunicadores de todo el país, el 11,8% de los periodistas consultados aseguró que los medios donde trabajan emitieron noticias falsas sobre la pandemia de coronavirus. En este aspecto el 55,8% de los periodistas consideró que la credibilidad se mantiene igual que antes de la pandemia; 36,3% dice que son más creíbles y apenas un 7,9% expresa que son menos creíbles.

El 57,1% de los comunicadores manifestó sentirse afectado emocionalmente a raíz del contacto diario con la enfermedad y la muerte que conlleva este tipo de coberturas.

El relevamiento también precisa que el 46% de quienes participaron de la consulta expresó que la labor periodística "empeoró" desde la declaración del estado de pandemia por la Organización Mundial de la Salud.

El estudio destaca que el 80% de los periodistas relevados realizó teletrabajo y muchos señalan las dificultades de conexión por el incremento de las tareas propias de esta modalidad y ciertas carencias de herramientas de trabajo en el hogar que no fueron contempladas por los medios.

También se detalló que el 61,3%, respondió que fueron suficientes las medidas sanitarias adoptadas en los lugares de trabajo, un 28,1% las consideró "insuficientes", por aspectos tales como falta de elementos de cuidado, estrechez de los espacios, carencia de controles, limpieza y desinfección no satisfactoria.

El informe hace un apartado respecto al trabajo de las mujeres periodistas en la cobertura de la pandemia. En este aspecto menciona que "el trabajo domiciliario y de cuidado agrega dificultades por los imperativos culturales que, todavía hoy, hacen que recaigan más en las mujeres"

En estos casos, además, "se informa de comunicadoras forzadas a realizar tareas fuera de horarios convenidos y cuando están abocadas a atender exigencias o responsabilidades familiares".

En consecuencia, el informe observa que "las inequidades habituales entre géneros se potenciaron durante la pandemia".

 

El periodismo también es una cuestión de género.

Durante 2018 distintas organizaciones que nuclean a periodistas de todo el país analizaron el lugar de las mujeres periodistas en el mercado laboral de los medios. Los relevamientos identificaron conflictos como el bajo salario, la falta de recursos e inversión, el miedo a perder el empleo y la falta de capacitación por parte de los empleadores.

El 77% de las periodistas consultadas consideraron que no reciben la misma retribución que los hombres. El 75% perciben un menor crecimiento profesional y una baja convocatoria a la hora de realizar trabajos más arriesgados. Otra de las grandes problemáticas es la capacitación: el 87% de las mujeres dicen haber logrado capacitarse, pero al menos el 50% tuvo que pagar su especialización.

Con respecto al acceso a los lugares de toma de decisiones, el 25% de las mujeres realizan tareas de redacción y el 14% trabajan como editoras. Pero hablando de las jefaturas, únicamente el 4% ocupan lugares en las gerencias, el 8% se desempeñan como conductoras de programas y sólo el 1% como gerentas ejecutivas.

Existe una enorme brecha en los puestos de gestión. Estos porcentajes muestran que alrededor del 71% de las mujeres tienen un superior hombre y que el 78% de los puestos de jefatura son ocupados por varones.

La ausencia de paridad entre mujeres y hombres en la distribución de beneficios y oportunidades es señalada de manera homogénea en todos los relevamientos. Las mujeres periodistas en la Argentina manifiestan una doble sensación de incertidumbre respecto al presente de los medios de comunicación: incertidumbre vinculada a la dinámica del mercado de trabajo y a las dificultades para vivir del periodismo, e incertidumbre vinculada a los cambios en el sistema de medios y los nuevos perfiles de audiencia.

El 61 % de las mujeres periodistas tienen más de un empleo para poder sostenerse. Pese a que el 71% hoy trabaja en una empresa de medios, el 39% espera desarrollarse trabajando en forma independiente. Solo un tercio de la muestra piensa que tiene posibilidades de crecimiento en su actual trabajo. Entre quienes trabajan en medios digitales, aumenta la percepción de dinamismo y posibilidades de ascenso profesional.

En las encuestadas predomina el interés por entender a las audiencias, las nuevas tendencias e incorporar herramientas técnicas que permitan mejorar la eficacia del contacto. El 80% de las periodistas se capacitó en los últimos tres años, pero solo el 12% de estas actividades fueron gestionadas por los medios donde trabajan. Si bien un 47% hacen uso intenso de las TIC, el 53% de las mujeres periodistas hacen un uso moderado o escaso de las nuevas tecnologías en su trabajo.

La muestra señala de manera homogénea la ausencia de paridad entre mujeres y hombres en la distribución de beneficios y oportunidades. Se trata de una brecha objetiva que se consolida en la cadena de mando: el 71% tiene un jefe varón.

Solo el 12% de las encuestadas ocupa un cargo de decisión (dirección, gerencia o jefatura) dentro de las organizaciones periodísticas. Con respecto a la configuración simbólica del rol de mujeres y varones en la profesión, vale destacar que solo el 16% menciona a una mujer cuando son consultadas por “periodistas prestigiosos”. El 76% de los integrantes de la mesa directiva del medio donde trabajan las periodistas son varones.

La demanda recae en los medios, cuya lógica de funcionamiento interno se encuentra atrasada respecto de las expectativas y la agenda de las periodistas argentinas.

Como suele suceder en otros ámbitos, las nuevas tecnologías representan uno de los motores para mejorar las competencias de las personas, abren nuevos espacios de desarrollo profesional y  facilitan el intercambio de ideas entre pares. Este estudio da cuenta además de que hay otros conocimientos para incorporar, como la gestión de proyectos, coordinación de equipos, gestión de negocios, que permitirían mejorar el crecimiento profesional de las periodistas mujeres.

Gabriela Barcaglioni[8], Licenciada en Comunicación Social de la UNLP, docente e investigadora integrante de la Red PAR, asegura que “Los medios de comunicación masivos adquieren centralidad en la conformación del imaginario colectivo y la radio constituye, en tal sentido, uno de los escenarios privilegiados donde se forman sentidos acerca del mundo que nos rodea”.

Señala que constituye “un desafío observar el universo radial en su dimensión sexo-genérica. Hacer eje en sus lógicas y rutinas periodísticas, describir cuales son las representaciones sobre género y sexualidades que circulan, caracterizar los espacios laborales, la violencia simbólica - mediática que se pone al aire y las que caracterizan las relaciones laborales en cada emisora”.

Barcaglioni asegura que “el feminismo como teoría, praxis y proyecto político, no desconoce esta capacidad y por eso produce contenidos, incide políticamente, analiza para entrar en contradicción con las construcciones de sentido hegemónicas. Es decir, la teoría feminista constituyó un paradigma, un marco conceptual que permite pensar las disputas de sentido que se dan en el espacio mediático, las batallas culturales discursivas por los significados”.

La incidencia política del feminismo convirtió las violencias contra las mujeres en un tema de interés social, publico, político, asuntos considerados de la esfera de lo privado, de las relaciones de pareja. En los medios y en la radio en particular, el desafío fue y sigue siendo, articular la agenda de derechos de las mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis y trans.

El Periodismo con Perspectiva de Género comenzó a permear el abordaje de las prácticas periodísticas paulatinamente, pero Barcaglioni advierte que “no se reduce a un listado de temas, un enfoque o al abordaje transversal en toda la agenda informativa sino en el proceso de selección, jerarquización y construcción de la noticia. Tampoco debe reducirse a considerar la relación mujeres /varones porque de esa forma se invisibilizan otras identidades y se reduce la diversidad a una dicotomía”.

Llevar al espacio público temas considerados exclusivos del espacio privado y politizar lo cotidiano, ensanchó el ámbito de la política, llevándola de lo personal al debate público, e impulsando así su transformación. La violencia en la pareja, la violencia intrafamiliar primero y luego las violencias de género se definieron como violaciones a los Derechos Humanos, temas de salud pública y hasta de índole económica. En los revolucionarios años 60 la idea de alternatividad tuvo su expresión en los medios. El feminismo buscó plantear nuevos temas y enfoques en sus propios medios, desde los márgenes de la cultura hegemónica pusieron en cuestión las relaciones entre varones y mujeres, la sexualidad, instituciones como el matrimonio y la maternidad como destino natural.

“La comunicación entendida como espacio de militancia permeó la agenda mediática, en sentido positivo hubo periodistas que se definieron como feministas y feministas que se formaron como comunicadoras. Sin embargo la idea de que el tratamiento de los temas de la agenda feminista en los medios es una cuestión militante y no profesional, incide en que las condiciones laborales, los espacios asignados sean precarizados o no remunerados en los tiempos que corren”.

La década del 80 marcó un giro en la historia del movimiento de mujeres y feminista a nivel mundial, y desde los grupos de autoconciencia se pasó a organizaciones que buscaban intervenir en el debate político con el objetivo de ampliar el acceso de las mujeres a derechos sociales, políticos y económicos. Y en pos de lograrlo se recurrió a los partidos políticos, al poder legislativo, al Estado y a los medios de comunicación, como espacios sobre los cuales incidir para suscitar modificaciones concretas en la situación de las mujeres.

En Argentina el período pos dictadura se constituyó en un espacio de resonancia para que las mujeres presentaran sus demandas. Se discutió el divorcio y la patria potestad, el derecho a una sexualidad plena y al aborto legal. Los Estados fueron obligados a reconocer derechos, diseñar políticas públicas y marcos normativos.

En las universidades el feminismo propició investigaciones profundizando y complejizando las reflexiones en torno a esta temática y se inició la creación de seminarios alternativos de grado y posgrado que llevaron posteriormente a generar Especializaciones, Maestrías y Doctorados en Género. La Facultad de Periodismo y Comunicación de la UNLP, cuenta con una especialización en Comunicación y Género.

La incorporación de la Perspectiva de Género en el Periodismo radiofónico es un trabajo colectivo. La Plataforma de Acción de Beijing de 1995, revisada al cumplirse 25 años de su sanción en 2020, planteó la necesidad de conformar redes de comunicadoras para transformar la mirada sexista en los medios y en los contenidos que producen.

En Argentina en noviembre de 2006 se constituyó la primera Red Nacional de Periodistas por una Comunicación No Sexista. La Red PAR genera desde hace 14 años acciones destinadas a incluir, promover y desarrollar la Perspectiva de Género en la Comunicación para democratizarla, por considerar que es central en el logro de la igualdad de Género.

Entre sus producciones colectivas se incluyen dos decálogos para el tratamiento de la violencia hacia las mujeres en los medios y otro sobre el tratamiento de la trata y la explotación sexual; la organización de foros sobre violencia mediática en el país y la participación activa en el debate sobre la Ley de Medios Audiovisuales, específicamente su artículo 3M señala entre los objetivos de la norma “promover la protección y salvaguarda de la igualdad entre hombres y mujeres, y el tratamiento plural, igualitario y no estereotipado, evitando toda discriminación por género u orientación sexual”.

“No es habitual que se reconozca la incidencia del feminismo en las agendas de los medios, en la construcción de los discursos mediáticos primero denunciando su contenido, produciendo otros sentidos e instalando un colectivo de presión, el de las comunicadoras que exigimos participación en la toma de decisiones en los medios y una representación no estereotipada de las mujeres”, dice Barcaglioni.

El pasado 10 de Junio de 2021, El Congreso Nacional aprobó la ley de paridad de género en los medios de comunicación. En una jornada histórica para la igualdad de oportunidades laborales, la Cámara de Diputados convirtió en ley el proyecto para promover la paridad de género desde una perspectiva de diversidad sexual, en los servicios de radiodifusión sonora y televisada del Estado nacional, cualquiera sea la plataforma que se utilice.

La norma alcanza a los servicios de gestión estatal bajo la esfera de Radio y Televisión Argentina SE, Contenidos Públicos SE, Télam SE, y todo otro servicio de comunicación del Estado nacional que se cree luego de la sanción de esta ley. Argentina es el primer país del mundo que cuenta con una ley de paridad en la representación de los géneros en los servicios de comunicación e información nacionales.

“Retomando la consigna lo personal es político, abordar el acontecer socio-político que nos rodea desde una Perspectiva de Género es un proceso personal y colectivo que se da en los estudios de radio y en las redacciones, en las calles, en los sindicatos, en las redes y colectivos de comunicadoras, en las organizaciones feministas. Por eso traigo el relato de una experiencia que tuvo su impronta en este hecho y en el espacio laboral de Radio Provincia de Buenos Aires, la radio del sistema público bonaerense. El movimiento “Ni una menos” dio forma colectiva al interés de varias colegas de tener mayor presencia en el medio. Incluir los temas de la agenda de género, interpelar a los compañeros y a la dirección de la radio sobre la necesidad de transversalizar la perspectiva de género en las producciones. El trabajo hasta el 2020 se constituyó en transmisiones colectivas para el Encuentro Nacional de Mujeres que se realizó en La Plata en 2019 (producción, artística, conducción, musicalización), programas especiales para el 8 de Marzo y el 25 de Noviembre de 2017 y 2018. También se intervino en forma conjunta con la Defensoría del Público, frente a una transmisión deportiva perfectamente encuadrada en la definición de violencia simbólica mediática. La cuestión se resolvió con una capacitación para todo el equipo deportivo que había participado de la transmisión, relata Barcaglioni.

“Hacer periodismo con Perspectiva de Género desnaturaliza las prácticas sexistas frente al micrófono y reduce la tolerancia a expresiones violentas tanto en las relaciones que se dan en el ámbito laboral como en la vida cotidiana”, concluye Barcaglioni.

 

¿Otro periodismo es posible?

El periodista español Ignacio Escolar[9] director del periódico digital eldiario.es asegura que el problema de los medios “es que han construido modelos de negocio y comunidades alrededor de un algoritmo y no alrededor de los lectores”.

Frente al tan mentado apocalipsis de los medios tradicionales, el periodismo y la crisis de las audiencias, señala “Soy un optimista basado en datos. Nos ha ido bastante mejor de lo esperable cuando lanzamos el proyecto hace solo 7 años. Empezamos en 2012, en el peor momento de la crisis económica y de los medios de comunicación en España. Estaban despidiendo periodistas en todas las redacciones. Hemos conseguido convertirnos en uno de los periódicos de referencia en España. Somos el único que contrata nuevos periodistas de manera regular, y hemos pasado de ser una pequeña redacción de solo 12 personas a un proyecto de mediano a grande: somos unas 100 personas más 54 en las ediciones locales asociadas. Y lo hemos hecho con el apoyo de los lectores. Hemos conseguido con ellos una cosa maravillosa, que es que paguen por un periódico que pueden leer gratis. Entonces es para ser optimista”, explica Escolar.

“Los 34.600 socios nos apoyan porque entienden la función social del periodismo: para qué sirve y por qué. Que exista un medio con las características de eldiario.es, de independencia, de autonomía, es algo importante en sus vidas. Sirve para que se combata la impunidad en algunos ámbitos de la corrupción política. Para que se ponga el foco en debates que si no estarían silenciados, para que tengamos una voz diferente que no abundaba en otros medios. Por eso nos apoyan y pagan por un periódico gratuito. Creo que los modelos pagos de periódico en el mundo solo van a funcionar por dos motivos: porque te quieren o porque te necesitan. Periódicos que se pagan porque el lector necesita información para su día a día”.

Frente al fenómeno de las “democracias débiles” y los discursos de la antipolítica, Escolar señala: “Gran parte del problema de lo que pasa en las democracias occidentales tiene que ver con el modo en que se informa la gente, y no porque la gente tenga culpa alguna. El hecho de que se informen por redes sociales hace que se refuercen sus prejuicios y se polaricen las sociedades. Genera comunidades cerradas, en un mundo que en teoría se ha abierto, donde se informan aquellos que piensan exactamente igual. Todas las personas y los algoritmos se ocupan de darte aquello que te gusta. No hace falta que te esfuerces.

“Esta idea de que viviríamos de la publicidad, seríamos gratuitos y tendríamos un montón de audiencia nos ha llevado a producir basura, nos ha convertido en una industria contaminante. Todo esto está relacionado y se alimenta a su vez de la polarización política. Es un motor que empuja al otro motor y se sostienen el uno al otro. Está provocando problemas serios en la democracia en todo el mundo”, amplía el escritor español.

“No se entienden Trump, Bolsonaro, la extrema derecha europea o lo que ha pasado en parte de los países latinoamericanos sin entender esto. El hecho de que vayamos al modelo de pago va a cambiar al periodismo para bien. Pero tiene una consecuencia terrible que es que va a generar todavía más barreras entre la sociedad informada y la desinformada. Vamos a dejar afuera a muchas personas que van a ser cada vez más víctimas de las fake news y la desinformación”

Y por último concluye: “Estamos haciendo algunos cambios en el modelo pero teniendo claro que siempre, siempre, el diario debe ser accesible. Que alguien no deje de leer el diario porque está desempleado o no pueda permitírselo. Tendremos que ver soluciones globales a ese problema”.

 

Omar Rincón explica que “en tiempos digitales la clave del periodismo no es la tecnología sino la experiencia cultural que hay que contar. Al periodismo le tocó como misión contar el presente, convertido en actualidad. Es el resultado del pensamiento del presente y somos sus narradores. Hoy tenemos problemas muy complicados porque ni la información ni la actualidad nos pertenecen más. Las redes digitales son las dueñas de la actualidad. Facebook, Google o la big data, y debemos preguntarnos qué hacer para movernos en esa nueva realidad”.

“Si queremos transformar el periodismo debemos transformar las metáforas que el periodismo utiliza para narrar, porque producen emociones y eso es lo fundamental. No producimos razones y argumentos como se producían en el siglo XX sino que producimos emociones”, sostiene el colombiano, poniendo el foco las narrativas.

“Hoy los grandes medios están jugando en otras ligas”, afirma Rincón. “Están jugando a convertirse en actores políticos, están jugando al entretenimiento. Descubrimos que estamos muy mal de líderes no sólo políticos sino intelectuales también. Descubrimos que nos ganó el miedo y el autoritarismo. Estamos dispuestos a aceptar todo tipo de recorte de Derechos, y ganó el capitalismo tecnológico. El gran ganador es el capitalismo de plataformas, porque vivimos en el mundo tecnológico”.

“Los periodistas deberíamos asumir que no sabemos. El periodista es un ignorante al que se le permite aprender en público. Preguntamos porque no sabemos. Esto es fundamental. Pero hemos pasado a ser periodistas que creen saber de todo y pontifican. Hay que arrancar desde esa pregunta, desde esa sospecha y ubicarnos en el papel del ciudadano. La propuesta es aceptar que no sabemos, cambiar las fuentes de información, las emociones que queremos producir, cambiar las metáforas narrativas, e intentar producir otro tipo de relato”.

“Debemos olvidarnos del pretendido periodismo neutro, porque no existe, nunca existió. En general es blanco, masculino y occidental. Las 5 w. son el acto del cobarde, porque temo que no me lean todo. Esto fue un invento de quienes creen que el periodismo sólo sirve para denunciar y tumbar un presidente y nos hemos dado cuenta que por más que denuncian, no pasa nada, porque no funciona así. Las 5 preguntas son importantes, pero falta una…

¿A mi qué? Esa pregunta es la fundamental para el periodismo ciudadano. Cómo le respondo esa pregunta al oyente, al televidente, al lector de las redes. Cómo me conecta esa info con mi vida. Debemos pasar a un periodismo hecho desde territorio, desde lo comunal, desde lo social para los ciudadanos, variar las fuentes de enunciación. Mujeres, ciudadanos, niños. Salir del poder, ir a los actores culturales y sociales”.

“La información instantánea nunca será profunda, cambiemos los estereotipos y la forma de narrar. El problema es narrativo, debemos acudir a nuevos formatos. Tenemos que cambiar la mirada desde el poder hacia los ciudadanos. Porque los grandes protagonistas de la historia son los ciudadanos que sobrevivieron. Hay que volver a la gente y cambiar las agendas. Cada comunidad tiene su agenda de lo importante. La agenda medioambiental cada vez es más importante, la niñez, la educación, el feminismo. También hay que cambiar las fuentes. Los ciudadanos deben contar sus  historias pero también como actores sociales. Hay que compartir la enunciación y encontrar las propias narrativas”.

“Hoy lo digital es la cancha expandida. Ahí se juega con un periodismo con otras fuentes, otras narrativas, generando estéticas del reconocimiento de nuestras comunidades. Tiene que ser distinto narrar desde cada lugar. Tenemos que tener una mirada crítica de nuestro trabajo. Hay que hacer un periodismo con otras fuentes, con otros modelos narrativos, con otros formatos y con otros sentidos y emociones producidas con la gente, desde la gente, desde abajo y en el territorio. Si esa comunicación no se parece a nosotros, no hacemos estética de la comunicación en territorio”.

“Hay que hacer periodismo intercultural y descolonizador. No delegar la responsabilidad, asumir su propia posición política en el relato y trabajar desde lo personal y profesional. Somos nosotros los primeros que debemos reconocernos y deconstruirnos, porque estamos colonizados por los modelos gringos de periodismo. Tenemos que ver lo que hacemos. Ese formato que repetimos desde hace años no es lo único en el mundo. Tenemos que asumir una posición política en el relato, crítica de nosotros mismos y de nuestras prácticas”.

“Debemos procurar un periodista que deja de ser juez, debemos dejar de pontificar, y comenzar a dejar de ser quienes dicen esto es bueno o es malo, y volver a dar sentidos, volver a dar criterios para interpretar la realidad. Generemos nuestros propios criterios, ni tener superioridad moral. Disfrutemos las estructuras y formas del narrar y contar, en una lucha contra el paternalismo blanco, letrado e ilustrado occidental y cristiano. Se escribe como se habla en cada comunidad. No incluimos lo afro, ni lo femenino, ni lo ancestral indígena y además con moral cristiana. Narrativamente hay que hacer formatos que se parezcan a nuestra comunidad”.

“En los procesos político sociales que se viven en América Latina parecería que el periodismo está ausente. Los medios de comunicación se han transformado en actores políticos que responden a intereses de los grupos económicos, y eso va determinando que no haya un periodismo que narre la realidad, que cuestione esa realidad y que nos acerque a los ciudadanos a lo que está pasando. Hay simplemente un alta voz del poder que repite cosas y nada más”.

“Los medios de comunicación entraron en crisis en el Siglo XX y lo hicieron por varias cosas. Los líderes políticos de todos los países comenzaron a cuestionar la neutralidad de los medios y los periodistas y entonces entró en crisis el lugar de la enunciación. Por otro lado la crisis económica determinó que la gente se mudara a las redes y a las plataformas digitales gratuitas. Esto provocó que los dueños de los medios dijeran no hagamos más periodismo, seamos actores políticos. Porque nos interesa hacer buenos negocios, no informar bien”.

“Durante la pandemia lo que se ha demostrado en América Latina es que los medios independientes pequeñito tuvieron mayor legitimidad de enunciación. Los medios clásicos son tomados como actores políticos por la propia dirigencia. Perdieron toda legitimidad. Ahí es donde los medios ciudadanos y digitales independientes se convierten en el lugar legítimo de la información, porque informan desde las necesidades, ahí surge una nueva comunicación”.

 

El periodista y ensayista español Ignacio Ramonet[10] asegura que “el mundo ha enfrentado esta pandemia en desorden y sin solidaridad”. En una entrevista de la agencia de noticias Télam publicada por el portal CubaPeriodistas, sostiene que el debate crucial en las sociedades contemporáneas se da hoy en torno a la verdad, que ha perdido peso frente al valor de las creencias, lo que vuelve al periodismo “más necesario que nunca porque es el que viene a poner un poco de racionalidad y luz sobre lo que está pasando”.

Ramonet explica que indiscutiblemente nos está ocurriendo algo que no ocurrió nunca: la brutalidad de la pandemia. Ninguna generación humana actualmente ha tenido una experiencia de este tipo. En un ensayo que se llama “La pandemia y el sistema mundo” había definido esta pandemia como un hecho social total, porque sólo la guerra violenta, abierta y frontal se parece a lo que estamos viviendo. Es un tipo de guerra en el sentido de que perturba el conjunto de parámetros de la sociedad, ya sean los parámetros colectivos, los individuales, los económicos, sociales y culturales.

“Estábamos en un momento en que había como una especie de orgullo desmesurado respecto a la capacidad del ser humano de tener tecnologías de punta. En particular las comunicaciones, pero también en el sentido económico, financiero. Por ejemplo, planteando la conquista de Marte. Y de repente un pequeño virus, casi invisible, ha venido a demostrarnos que dependemos pues de la naturaleza. Por otra parte, lo que no cabe duda es que la pandemia ha cambiado el mundo y debemos pensar a qué mundo vamos”, asevera.

“En cada época la tecnología comunicacional ha determinado la organización de la sociedad. Finalmente el ser humano es un ser gregario, y por consiguiente a lo largo de la historia cada vez que el grupo dominante ha tenido una forma diferente de comunicar, el grupo ha cambiado. Podríamos decir que desde un punto de vista antropológico, cuando el grupo de grandes simios que éramos encontró una manera de comunicar mediante el habla, ahí se flanqueó la frontera entre el animal y el humano. La humanización se hizo con la palabra o, por lo menos, aceleró ese proceso. Cuando los seres humanos empiezan a comunicarse, a transmitir y acumular experiencia, se distinguen del resto”.

“Cuando se inventó la escritura, que es la segunda gran revolución en la comunicación, fue en un solo lugar -no en dos o tres- y luego se expandió. Esta fue una revolución muy importante que dio nacimiento al Estado, a la religión de una manera jerarquizada, a organizaciones de carácter político y social muy diferentes. Al inventarse la imprenta en 1440, el libro y su difusión masiva cambiaron la historia de la humanidad, la historia política. Y quizás ahora, con Internet, estemos en la cuarta revolución que tiene un efecto antropológico. Cuando apareció Internet todos pensamos -como especialistas de la comunicación- que Internet permitía liberarnos de la dominación de los grandes medios. En el momento en que aparece, a finales de los años 80, la televisión predominaba sobre el resto de los medios: la prensa escrita, la radio, el cine, la fotografía. Al mismo tiempo que los grupos multimedia empezaban a fusionarse para tratar de dominar”.

“Cuando aparece internet pensábamos que ante la posibilidad de circular desde el punto de vista planetario, ya no habría distancias comunicacionales. Esa especie de planetarización de la comunicación hizo que pensáramos que podíamos liberarnos de los grupos mediáticos dominantes en cada uno de nuestros países. Y de hecho fue lo que ocurrió, se produjo una democratización de la comunicación. Es lo que estamos haciendo ahora: no nos cuesta nada, es gratuito. Es la democratización de la comunicación. Ahora, ¿esto ha resuelto el problema de nuestra autonomía intelectual, de nuestra autonomía cultural, de la manipulación eventual de la comunicación? No, obviamente no”.

“Cuando los seres humanos encuentran la solución a un problema, esa solución es otro problema. Hoy Google, Amazon, Facebook, Apple (conocidas como GAFA) dominan el mundo de la comunicación. Hemos salido de la dominación de unos grupos para estar en manos de otros grupos, menos numerosos y globales. Y, además, tienen toda la información sobre nosotros. Por consiguiente, hoy el mundo de Orwell de 1984 es posible. Es la manipulación generalizada, el imperio de la vigilancia. Durante la pandemia cuando todos estábamos confinados, hubo una crisis de producción y una crisis de consumo. Las fábricas no producían y los ciudadanos no consumían. Pero lo que se hizo, más que antes, fue consagrarse a las pantallas, consumir pantallas. Ya sea suscribiéndose a Netflix, o descubrir TikTok, comunicándose a través de Zoom y de todas las redes existentes. Por consiguiente, mientras en la bolsa se caían los gigantes aeronáuticos o de hotelería y las automotrices, pues subían las acciones de las empresas que las personas encerradas en sus casas utilizaban. Tenemos que lidiar con esta situación y plantearnos cómo resistir a la dominación de estos cuatro enormes gigantes. Esta es la tarea de hoy. Ellos saben más sobre nosotros que los Estados. Orwell en 1984 estaba denunciando el régimen stalinista, un régimen político-estatal, pero hoy a nosotros quien nos vigila es Google, mucho más que el Estado”.

Volviendo a nuestro tema eje, “el mundo en el que estamos es un mundo que necesita más que nunca del periodismo”, afirma Ramonet.

“Hoy el debate central sobre la información es acerca de la verdad, es la cuestión de la verdad, aunque siempre haya sido un tema central en la corta historia del periodismo, ya que es práctica reciente. Para hacer periodismo se necesita un mínimo de libertad, y la libertad es una idea nueva, de finales del Siglo XVIII, cuando aparecen algunos periódicos y la prensa de masas se extiende en los países que tienen un mínimo de condiciones. Si la gente no sabe leer, por ejemplo, no hay periodismo. Tampoco hay periodismo de masas si la prensa no es barata, por consiguiente hay que vender muchos periódicos por día para que, con el volumen, disminuya el precio. Y también tiene que haber libertad, la posibilidad de intercambiar periódicos para las personas de distintas tendencias. Porque las opiniones son libres, eso es la libertad. Pero siempre, lo fundamental, es la verdad”

“La cuestión de la verdad se ha vuelto fundamental, y el periodismo sabe que tiene que enfrentarla. Trump, siendo presidente de los Estados Unidos -un país al que solían definir como una gran democracia- fué el primer presidente que de manera descarada y con una especie de indiferencia hacia lo que se pueda pensar, emitió grandes mentiras. Él ha inventado este concepto sobre el que hay que reflexionar: “la verdad alternativa”, la idea de que cada uno tiene su verdad”.

“Entre los principios de una democracia está el de admitir el hecho de que cada uno pueda tener su verdad. Sobre el principio no creo que hay dificultad, después de todo en las sociedad libres hay muchas religiones. Y ¿qué es una religión? Es una opinión sobre la creación, sobre lo que hay después de la muerte, sobre cómo preparar la muerte. Son opiniones. Efectivamente las religiones afirman cosas que antropológicamente dependen de algo que llamamos el pensamiento mágico. Pero en un mundo racional, de progreso, que trata de ser sereno frente a las pasiones humanas, pues desde hace dos siglos y medio se trabaja sobre el principio de la racionalidad, para que haya una verdad lo más objetiva posible, con datos, con elementos que la confortan. Pero no, Trump ha regresado al pensamiento mágico.

“La idea de que cada uno puede fabricar verdad, es lo que llamamos fake news. Una verdad se fabrica, y como ahora cada uno de nosotros tenemos potencialmente la fuerza que hasta hace algunos años sólo tenían los grandes medios, pues eso nos da la capacidad de inventar falsedades, manipulaciones, intoxicaciones que puedo difundir por las redes, que son el medio dominante de hoy. Y por consiguiente en las redes podemos desarrollar todo un discurso totalmente inventado, con supuestas pruebas, con aparentes demostraciones, etc”.

“Es ese mundo el que estamos viviendo. En ese mundo en el que el periodismo es más necesario que nunca, porque es el que viene a poner un poco de racionalidad, un poco de luz, un poco de claridad sobre lo que está pasando. De hecho hoy día hay cada vez más sitios en la web tendientes a la elucidación de las mentiras. Es decir, hay una voluntad periodística de hacer lo que se llama el fact check, chequear los hechos”.

“El periodismo ya no puede hacerse como antes. Ahora es esencialmente digital, el periodismo gráfico está en vías de desaparición. Porque tecnológicamente el soporte papel está desapareciendo: es cada vez más caro, se produce mucho menos, las rotativas ya no se fabrican. Eso ahora se hace muy fácilmente en la web. Entonces hoy es más necesario que nunca el periodismo, eso le diríamos a un o una joven que quiera ingresar a una escuela de periodismo”.

“Asimismo, los jóvenes ya no tienen que esperar a que los tomen en grandes medios. Se unen entre ellos y sacan un medio, con muy pocos recursos y con credibilidad. Y la credibilidad sigue siendo el parámetro fundamental para los periodistas. Hoy se puede crear un medio a condición de trabajar mucho, de verificar bastante y volver a las bases del periodismo. Volver a las fuentes, ver la credibilidad de esas fuentes, cómo se verifica, cómo se recorta la información. Los principios básicos que se enseñan en las escuelas de periodismo; y como hoy todos somos periodistas, porque todo el mundo usa Facebook, envía informaciones, todo el mundo debería pues disciplinarse, hasta debería enseñarse en las escuelas los principios básicos del periodismo, como una materia fundamental para usar las redes sociales”.

“Estos temas hoy nos obligan a reflexionar sobre la cuestión de la información. Efectivamente se está desarrollando a través de las redes, y a causa de las redes, una tendencia a reaccionar frente a la información de manera emotiva, sentimental. Y claro, esto no lo ignoran los manipuladores. Hay que ser prudentes. En las redes, con la velocidad, es difícil serlo. Por otra parte las redes tienen esto de que la tendencia de cualquier usuario es no sólo consumir información sino de compartir, por eso es red, es red y cadena. Entonces la cuestión es ésta, porque se ha estudiado que las informaciones que más compartimos son las que más compartimos emocionalmente. Y si hay algo que va en la dirección de lo que yo creo íntimamente, pues entonces es algo que voy a creer más rápidamente que si es algo que va en contra de mis convicciones, y esto es lo que se está utilizando.. Entonces eso hoy ya casi es una ciencia, es la verdad emotiva, la verdad emocional”.

“Los grandes medios no pueden privarse de tener en cuenta la velocidad. Muchos medios pretenden ser los primeros en anunciar la noticia y no van a perder tiempo, horas o días para verificar una información. Prefieren darla y luego desmentirla. En las escuelas de periodismo se enseña que dar una noticia, con el riesgo de que sea falsa pero darla primero, es mejor, porque de hecho se dan dos noticias: la que es falsa y el desmentido, que es verdadero. Y el desmentido da credibilidad, porque el lector va a decir… mira, se equivocaron pero lo reconocen, son honestos, son buenos. Como consecuencia, el lector vive en un estado que yo defino como inseguridad informacional. Porque cuando vemos una noticia, por más fuerte que sea, no estamos seguros que no la vayan a desmentir en una hora, dos horas o mañana. La cuestión es cómo hacer un periodismo que se escape a estos parámetros”.

“Cuando el propio Trump se vió censurado por algunos canales de televisión, o bien cuando Twitter censuró al ex presidente, hubo dos reacciones: por un lado, los amigos de Trump dijeron que era la prueba de la dictadura de los medios. Pero, por otra parte, nosotros debemos decir como ciudadanos bueno, por fin los medios están ejerciendo su función, deberían hacerlo siempre. Cuando dicen barbaridades sobre Venezuela, o sobre un presidente progresista de América Latina, Maduro por ejemplo, ¿por qué no corrigen? ¿por qué no dicen que no está demostrado, que no hay hechos?” se pregunta Ramonet.

“Hoy tenemos la posibilidad técnica, las herramientas, las inteligencias para hacer un buen periodismo. Ahora, buen periodismo no quiere decir periodismo de masas, periodismo dominante, periodismo que se impone en la sociedad y acciona de acuerdo a los intereses de la empresa que patrocina ese periodismo”.

“Hacer un buen periodismo hoy en día sigue siendo una vía ascética, evidentemente, pero yo creo que en nuestra sociedad tan saturada de información, tan convencida de que la manipulación está en todas partes, pienso que ese periodismo racional, ese periodismo austero que está dispuesto a denunciar la manipulación y expresar lo más objetivamente posible la verdad, un periodismo comprometido, indiscutiblemente, pues es muy posible, absolutamente posible”.

“Existe de hecho, en muchos lugares hay buen periodismo. A veces es poco importante también desde el punto de vista cuantitativo, porque la mayoría de las personas hoy no se informan recurriendo ni siquiera a un órgano de prensa. La mayoría de las personas en los países desarrollados se informan o se enteran de lo que sucede mediante las redes. Que a veces ya dan la información deformada. Esta es una realidad, la prensa es un combate, la verdad es una batalla. No es un combate que vaya a desaparecer. Las condiciones pueden cambiar, ya lo hemos dicho, la batalla de hoy no es la batalla de los años 80 ni la de los 90, cuando las redes prácticamente no existían. Hoy la batalla es otra”.

“Luchar por la verdad ha sido un desafío desde que comenzaron las democracias, a partir del siglo XVIII. Por consiguiente, hoy lo que hay que entender es el ecosistema informático actual, cuál es y qué posibilidades de sobrevivencia tenemos en este ecosistema, en el que efectivamente han surgido monstruos nuevos, las fake news, las verdades alternativas, las intoxicaciones. Todos estos monstruos nuevos que habitan el ecosistema comunicacional, deben encontrarse con los paladines de la verdad que siguen siendo los y las periodistas”, finaliza Ramonet.



[1] Agustín Espada. “Medios en cuarentena”. Letra P. 24/03/2020

[2] Marina Zucchi. “La radio en tiempos de coronavirus: cumple 100 años y se vuelve más fuerte”. Clarin. 20/03/2020

[3] Emma Rodero Antón. La radio: el medio que mejor se comporta en las crisis. Hábitos de escucha, consumo y percepción de los oyentes de radio durante el confinamiento por el Covid-19. http://profesionaldelainformacion.com/contenidos/2020/may/rodero_es.pdf

[4] Organización Mundial de la Salud. Sitio oficial. https://www.who.int/es/news/item/23-09-2020-managing-the-covid-19-infodemic-promoting-healthy-behaviours-and-mitigating-the-harm-from-misinformation-and-disinformation

[5] ¿Cómo reconozco una noticia falsa en Internet?

https://www.argentina.gob.ar/justicia/convosenlaweb/situaciones/como-reconozco-una-noticia-falsa

[6] Omar Rincón. El periodismo comunitario en tiempos digitales. CIESPAL Septiembre 2020.-

[7] Agencia Télam. https://www.telam.com.ar/notas/202009/513126-el-118-de-los-periodistas-asegura-que-sus-medios-emitieron-noticias-falsas.html

[8] Gabriela Barcaglioni, Revista Question, Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP, 2020.-

[9] https://www.redaccion.com.ar/ignacio-escolar-el-problema-de-los-medios-es-que-han-construido-modelos-de-negocio-y-comunidades-alrededor-de-un-algoritmo-y-no-alrededor-de-los-lectores/

[10] CubaPeriodistas, diciembre 2020. https://www.cubaperiodistas.cu/index.php/2020/12/ignacio-ramonet-el-mundo-ha-enfrentado-esta-pandemia-en-desorden-y-sin-solidaridad/

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